martes, 29 de noviembre de 2011

Por el tanque se sabe como va la revolución

Crónicas egipcias (II)



Lo que pasó después, ya que todo el mundo anda tratando de averiguar con qué gran revolución de la historia hay que comparar la egipcia, no fue 1989, ni, desde luego, 1789. Fue mayo del 68. El autentico. No la versión comercial con la que intentó equipararse nuestro simulacro de la Plaza del Sol. No, no. Mayo del 68, director’s cut. En francés y riguroso blanco y negro. Un coñazo intimista en plano secuencia, oiga.

Cuando Dany el rojo (ahora más conocido como Daniel Cohn-Bendit, europarlamentario muy popular en youtube por soltar en Bruselas barbaridades que suenan muy peligrosas), y sus coleguitas salieron a la calle con sus pancartas sobre lo que había debajo de los adoquines para ver si conseguían averiguar el color de las bragas de la guapa de la clase, a nadie le importó demasiado. Pero cuando los obreros de la Renault declararon la huelga general y pidieron un “cambio político de progreso social y democracia” (¿os suena?)… amigo, entonces De Gaulle voló hasta el cuartel general del Ejército francés en Alemania… a averiguar cual era su verdadera situación política. Es decir, con cuantos manípulos podía contar.
A Hosni le saltó el contestador. Mejor dicho, le dijeron que rien de rien. ¿Por qué? Bueno, esta es la pregunta clave de todo el asunto, y en la que resulta más interesante la procedencia de los carros del Ejército egipcio.
Pero... ¡ah!, durante unos pocos meses gloriosos en los que todos nos hemos sentido un poco revolucionarios y hemos creído un poco más en la gente, nuestra querida intelligentsia ha podido regodearse en ese Casas de las Famosas político social de seguir divagando sobre lo guay que era que los moritos se rebelasen, y lo más guay aún que era que no lo hiciesen en plan Ayatolá Jomeini, lapidando señoras por enseñar el pelo y dando palizas por llevar vaqueros, pero sin entender, ni querer explicar muy bien, ni cómo, ni porqué, ni porqué justo en ese momento y de ese modo.
Cuando ya veis que de espontáneo nada e inesperado sólo para el que no estuviera al tanto de que la principal cita de la agenda política egipcia para 2011 era la sucesión de Mubarak.
Si no fuera por docenas de otras cosas, el bueno de Hosni, de hecho, era el mejor candidato para un derrocamiento (relativamente) incruento. Con 82 años y viniendo de hacerse una operación de vesícula cuando le estalló el asunto en las manos queda claro que era una presa más fácil que la madre de Bambi hasta arriba de pentobarbital y atada a un poste. Ben Ali no lo llevaba mejor, luchando, como estaba, contra un cáncer y, según los cables de Wikileaks, más interesado con jugar con su hijo de 5 años mientras su señora a la que, naturalmente, nadie tragaba en palacio, mangoneaba desde el poder a lo Imelda Marcos.
Sin embargo, durante un mes largo, la prensa occidental seguía sin enterarse de quien era el asesino y seguía aderezando sus crónicas sobre el terreno con expresiones del tipo de inesperado estallido, espontáneo desarrollo e impredecible resultado. Cuando justo ante sus narices, estaba la respuesta a todas las incógnitas, que de todos modos tampoco estaban por plantearse seriamente, de la situación. Una respuesta de unas 50 toneladas, y unos 7 de largo por 3 de alto. El buen, confiable y siempre bonito producto de la Chrysler Defence Division.
En realidad, por el tanque siempre has podido saber cómo iba a acabar la revolución. Ejemplo: Este 17 de noviembre, además de una nueva ronda de enculamiento con patrocinio francoalemán, los griegos celebraban el aniversario del así llamado Levantamiento de la Politécnica de 1973. En aquel entonces Grecia era gobernada por una Junta Militar de esas que la CIA te montaba en un periquete en los 70. Unos cuantos cientos de estudiantes se encerraron en la Politécnica de Atenas para protestar. Un tanque tiró la puerta abajo, con algunos estudiantes aún debajo de esta, y se acabó el amor libre y las consignas ocurrentes.
Ahora preguntaos, ¿porqué una Junta militar con un ejército espléndidamente esponsorizado por Langley, emplea para aplastar a unos cuantos estudiantes chillones no uno de los casi 400 M-48 de la ayuda norteamericana que tienen en inventario sino uno de sus apenas 100 AMX-30 franceses? Porque los coroneles griegos sabían perfectamente que había cosas que no podían hacer con los juguetes que les regalaban. De hecho, hicieron tantas de esas cosas que en apenas un año habían perdido el poder ante los mismos jipis apalizados de la Politécnica.


El Ejército griego a punto de derribar la verja de entrada a la Politécnica de Atenas.
La imagen fue grabada clandestinamente por un cámara holandés.
Aún así, los coroneles emplearon un AMX-30.
(Foto ?).

En el sector de la automoción acorazada la imagen de marca es tan importante como en cualquier otro. ¿Capaces de destripar cuatro T-55 por cada carro perdido en cualquier guerra del Tercer Mundo? Sí, claro, esos son los nuestros. M-48 Patton, 3 velocidades, interior customizable, amplio catalogo de extras, 30 litros a los cien, oiga. ¿Conscriptos sacando trozos de jipi melenudo de entre las cadenas para sostener dictadores de república bananera? Perdone, creo que se equivoca usted.
La gran ventaja del AMX-30 y que le valió sus abultadas cifras de exportación –aquí también algo sabemos de eso–, es que siempre se vendió sin limitaciones de uso, lo mismo vecinos tocapelotas pero del mismo bloque, que civiles desarmados o intentonas de todo pelaje. Con los franceses el tanque viene llave en mano, lo que hagas con él ya… cosa tuya.
En Egipto, y a pesar de ver durante días a los M-60 aparcados mansamente en la plaza nuestros analistas siguieron en la inopia. Sólo cuando el mismo Hosni, después de un tímido intento por hacer que sus partidarios, o sea sus paniaguados, hiciesen sus pinitos en el tema de la carga de la brigada ligera, se dio el piro y resultó que el nuevo hombre fuerte era el jefe de los servicios secretos, y que el arbitro de la situación era el Ejército, alguno empezó a barruntarse algo.
Alguno se atrevió entonces a gritar ¡golpe, golpe!, pero naturalmente le hicieron callar por aguafiestas, y de todas maneras lo que hemos visto en Egipto es un golpe palaciego a lo más. Si hubiera sido un golpe, el Ejército hubiera tomado el poder. Pero es difícil tomar lo que ya se tiene. El Ejército se ha limitado a ordenar un cambio de guardia y este se ha llevado a cabo de forma más o menos ordenada, eficiente y militar.


El rastro del dinero

A lo que no llegaron, claro, es al fondo de la cuestión. ¿Por qué el Ejército egipcio es el mayor de África? ¿Para qué necesitaría un ejército africano –con un tratado de paz con Israel y que celebra maniobras conjuntas con EE.UU.– un carro de combate como el Abrams? ¿Cómo puede un país que no aparece ni entre los 35 primeros en la lista de PIB permitirse el décimo ejército más grande del planeta?



Abrams egipcios, alguno de los medios de control de accesos más caros del mundo.
(Foto ?).

La respuesta breve es que no puede permitírselo, y no, no necesita un carro como el Abrams. La historia de los Abrams egipcios está por escribir, y desde luego no encontraréis en Internet la materia prima para hacerlo. Qué razones prácticas pueden aducirse para dotar a un ejército africano de un carro de combate de última generación que quema gasolina, de aviación, a razón de unos 5 litros por kilómetro recorrido, es algo que se me escapa. Y no, no sirven como disuasivo frente a los Merkava israelíes. Y no, tampoco vamos a entrar en uno de esos simpáticos duelos teóricos de foro de tanques sobre cual de los dos es mejor.

Es más sencillo que todo eso. Decir que compras un Abrams para defenderte de Israel es como decir que compras una calculadora para que te ayude a ganar en un casino. La ayuda militar norteamericana a Egipto, que es varios ordenes de magnitud superior al volumen de la ayuda humanitaria o en programas para “promocionar la democracia” que Egipto recibe de EE.UU., es, en realidad, probablemente la segunda partida más onerosa de la ayuda norteamericana a Israel, sólo por detrás de la ayuda en armamento al propio Israel.

No penséis en términos de tanquecitos y cazabombarderos. Pensad en viajes de estudios a academias estadounidenses para jóvenes oficiales egipcios. El equivalente a un gigantesco Erasmus militar y lo más parecido a una beca de estudios bien provista que la mayoría de egipcios entre 20 y 40 años verá jamás.

La posibilidad de vivir uno o dos años en una bonita casa del ejército norteamericano con todos los gastos pagados y asistiendo a un curso sobre cualquier cosa, con muchas visitas a las plantas de General Dynamics, Lockheed Martin y similares, y un montón de invitaciones a barbacoas y cenas de gala es demasiado tentadora para cualquier oficial cuyo horizonte vital pasa por adiestrar a una panda de conscriptos palurdos –el Ejército egipcio es uno de los pocos que ha intentado, hasta la fecha sin demasiado éxito por lo que se comenta, mantener operativa una flota de carros de 3ª generación a base de conscriptos–, como para rechazarla.

Después ya dependes de ti mismo. Un chiste mal entendido, un comentario desafortunado sobre política en alguna de esas barbacoas, o un informe desfavorable sobre un producto de la General Dynamics –de la que todavía tienes bolígrafos y toallas de hotel pagadas por ella en casa– en algún concurso de adquisición y naturalmente no vuelven a invitarte a nada. Y todo el mundo sabe que sin un curso de Advanced Managerial Synergic Management in Excellence en EE.UU. nunca llegarás a general ni, probablemente, a coronel. O sea, que no te comerás un colín, sino más mili que el palo de la bandera, amen de varios marrones. La frontera con Sudan está fantástica en esta época del año.

En este mundo ya sólo quedan dos clases de ejércitos. Los que tienen la pistola, y los que cavan. Los que están para usarlos, como el norteamericano, y los que están, como casi todos los demás, para tener tranquilo al personal. Naturalmente uno se pregunta para qué necesitas darle juguetes de primera a un ejército que, como el egipcio, está para cavar. Bueno, la respuesta es doble. Lo primero porque vender ese tipo de quincalla es un gran negocio, si logras encontrar a un primo, en este caso el contribuyente americano, que pague la factura. Lo segundo porque nunca sabes cuando vas a necesitar que alguien te invada Libia (bueno, ya no), por poner un ejemplo, o se te interponga en cualquier lado.

Y además, alegra mucho a los muchachos. Cualquiera de los nuestros que haya tenido que comerse unas Bright Star os podrá contar lo ufanos que andaban los egipcios presumiendo de montar en F-16 y en M1. Nosotros íbamos en M-60, A3 y TTS y todo lo que queráis, pero de segunda mano y bastante rodaos.



Simpática familia británica aprovecha sus vacaciones para retratarse
ante una de las maravillas faraónicas locales. Probablemente
el único uso internacional que tendrán los Abrams egipcios.
(Foto Familia Jardine en The Telegraph).

Sé lo que estáis pensando. Lo mismo que la mayoría de los periodistas occidentales cuando salieron de esta página de la Wikipedia. Pero no es tan sencillo como echar a correr acusando al Tío Sam de estar detrás de todo. Las altas esferas del establishment militar egipcio no necesitan andar sisando de las bolsas de dinero de la ayuda americana –sobre cuyo volumen encontraréis diferentes estimaciones, pero todas en el orden de los billones, con b de bárbara tiranía– para asegurarse un riñón bien forradito.

Naturalmente la ayuda americana paga nóminas, pisos decentes para soldados y sus familias, alguna que otra villa para coroneles y generales… pero en su mayor parte hay que gastarlo en lo que dice el Tío Sam. Os podéis imaginar que una institución que maneja semejante caudal de pasta, acumula una interesante cantidad de poder, pero el verdadero poder del Ejército en la sociedad egipcia deriva de otros dos factores que nada tienen que ver C-5 Galaxys llenos de billetes de 20 dólares.

Por un lado, una sociedad civil anémica después de décadas de dictadura personalista –en realidad después de toda una vida de dictadura personalista, porque en Egipto no ha habido otra cosa desde la I Dinastía–, y por otro una reliquia de la URSS.

De hecho, la clave aquí es quien fabrica los famosos Abrams, y en la respuesta a esa pregunta está una buena pista para entender lo que ha pasado. El fabricante, montador más exactamente, de los Abrams egipcios es una empresa propiedad del Ejército. Una parte de esa economía planificada cuyo desmontaje ha hecho crecer la tensión social al reducir el nivel de vida de millones de egipcios es el sector militar.

Digo sector militar y no industria de defensa porque en Egipto, al igual que ocurrió en la URSS, una idea razonable dio origen a un monstruo gigantesco. El Ejército egipcio, como el soviético en tiempos, era dueño y administrador de las fábricas de armamento. Lo que podía tener buena lógica militar –¿quién mejor que los militares para saber qué necesitaban, cuanto y cómo?–, llevando hasta sus últimas consecuencias la lógica de dejar que los militares controlasen la producción de armamento –lo que había resultado muy útil durante la SGM, por ejemplo–, hizo que el sector militar pasase a incluir fábricas capaces de construir todo lo que hacía falta para mantener a un ejército funcionando. Desde cazas a reacción hasta los picaportes de los cuarteles.

Fábricas, pero pronto también granjas para alimentar a los soldados y después a los mismos trabajadores civiles de las fábricas, y después mutuas de seguros, cooperativas de casas y dispensarios para esos mismos trabajadores y soldados y para los nuevos trabajadores de estas mutuas, cooperativas y dispensarios y etc, etc…

Este fue el modelo que Nasser importó de la URSS, y que, como en la URSS, pronto llegó a la misma conclusión. Cómo en tiempo de paz no hay tanta demanda de bombas de mortero, ¿porqué no dedicar el taller de mecanizado que las hacía a producir cerraduras, el de electrónica a producir teles, o el de estampado a hacer cacerolas? Primero para abastecer a las familias de los soldados y a los trabajadores del sector militar, pero después, ¿porqué no?, para vender en el mercado civil. Así el Ejército egipcio se encontró con que no sólo controlaba, sino que poseía toda una pequeña economía casi completa, muchas veces mejor equipada y más competitiva que sus equivalentes civiles.

Mientras toda la economía egipcia fue un pocito manso de planificación no hubo problema, pero naturalmente no te dan esa ayuda americana con una economía planificada. Al sector privado le tocó la colección habitual de calamidades esponsorizadas por el FMI que suelen venir con una transición a una economía de libre mercado. Misteriosamente, la parte más planificada, menos liberal y más corrupta de la economía egipcia, el sector militar, fue la que mejor lo hizo en este gran salto adelante.

De hecho, gracias a la introducción del modelo neoliberal, el Ejército diversificó sus inversiones, entrando en construcción de carreteras e infraestructuras y hasta en gestión de hoteles para turistas. A decir verdad el Ejército es el actor social egipcio que mejor se ha adaptado a los nuevos tiempos, a día de hoy controla como el 25% del PIB nacional. ¿No está mal para un sector económico esencialmente feudal, no?

El sector militar, naturalmente, sigue siendo, al menos sobre el papel, público, ya que el ejército sigue siendo, al menos sobre el papel, un servidor público y no un cacique con cortijo propio. Pero aunque sus empresas no se hayan privatizado –probad a sugerirlo si queréis ver una auténtica revolución en Egipto– eso no significa que no se dirijan de acuerdo a los principios más puros del neoliberalismo. Sus trabajadores son civiles, pero están bajo la legislación militar, lo que simplifica enormemente todo el tema de la negociación colectiva. De hecho, las protestas laborales del verano pasado que llegaron a alguna de las fábricas propiedad del ejército se solucionaron a base de generoso y paternalista reparto de porra y corte marcial.



La buena y vieja merienda de negros

Así que ya veis. Antes de todo esto el Ejército egipcio tenía el poder, el que da el dinero y el que da ser la única institución del estado organizada y fuerte. Una parte no pequeña de su poder se expresaba a través de un derecho de veto, extraoficial naturalmente, a la sucesión de Mubarak, –antiguo general de la Fuerza Aérea, por cierto– y, además, una escasa simpatía por su hijo, y heredero no declarado, Gamal, que no ha hecho ni las milicias universitarias. Una desaprobación que varios generales venían expresando abierta y francamente también desde el verano pasado.

Y mira por donde, el resultado de esta rebatiña ha sido que los Mubarak han sido despachados, que el Ejército, con sus privilegios intactos, se ha convertido en árbitro de la vida política y encargado de supervisar el desarrollo de una hipotética transición democrática, hasta que tome el poder el próximo Presidente –puesto para el que se postuló durante un breve periodo su jefe, el mismo Tantaui al que ahora los muchachos le gritan márchate en Tahrir– electo, en un país donde tradicionalmente las elecciones son para amañarlas. No sé, ¿podía salir mejor de haberlo planeado?


¡Amigu!
General y alegre barbudo se abrazan en Tahrir al día siguiente de la caída del tirano.
(Foto Pedro Ugarte/FP en El País).


Si no tuviese la certeza a carta cabal del cretinismo congénito de las élites occidentales creería que sí. Que ha sido todo planeado y orquestado desde Langley o algún oscuro despacho de donde sea que se reúnen esos que Pierre Bordieu llamaba los verdaderos amos del mundo. Lamentablemente, una carambola tan lograda sólo puede haber sido producto del oportunismo de sus testaferros sobre el terreno, que se inhibieron hasta que el Faraón captó la indirecta y dejó la poltrona. Hosni fue lanzado fuera del helicóptero de una patada para que este pudiera remontar la siguiente colina.

En cualquier caso, a lo que habéis asistido en Túnez y en Egipto es a al truco más viejo, y menos romántico, del libro. Un estallido de malestar popular que ha sido capitalizado por sectores de las élites locales para hacer correr el escalafón. La clásica merienda de negros de toda la vida.


El género de militar talludito abrazando a la parroquia
se hizo bastante popular por aquellos días. En este caso, Túnez.
(Foto Reuters en El País).


Terminada la fiesta, el Ejército, convertido en héroe de la situación sencillamente por no hacer nada, se puso a intercambiar abrazos con la parroquia, sacarse emotivas fotos y jurar y rejurar su alianza eterna con el pueblo que lo nutre y al que protege. Acto seguido, cuando ya los equipos de cámaras occidentales habían levantado el vuelo, procedió a restablecer la normalidad –ya no lo llamamos orden aquí en las democracias– en la plaza. Entre las toneladas de basura y toldos de plástico que el Ejército, en preciosa metáfora, se puso a retirar de la plaza Tahrir se encontraron unos centenares de rezagados que insistían en seguir la protesta.

En todas las revoluciones lo más complicado es saber cuando hay que parar, y siempre hay pringaos que no lo pillan. Como los tiempos habían cambiado en lugar de molerlos a palos se limitaron a empujarlos a la isleta central de la plaza, el único espacio que no está, curiosamente, asfaltado de la misma. La idea era que se hacía para despejar la plaza, que es una de las arterias más importantes de la capital –normalidad, ante todo normalidad–, para el caótico e inmisericorde tráfico cairota, varios carriles concéntricos del cual rodean la isleta y hacen que en hora punta, y en Tahrir casi todas lo son, alcanzarla a pie sea una proeza.

De modo que los patearon, educada, laica y democráticamente hasta confinarlos en la isleta central de la rotonda. O sea, les dejaron protestar todo lo que quisieran, siempre que no molestasen, que es, como todo el mundo sabe, la manera infalible en que un régimen en el que se vota periódicamente puede neutralizar cualquier descontento. ¡Ay! ¡Si a Hosni le hubieran dejado tan solo encajonarlos a patadas en la isleta central de la rotonda!...

Y con esta gente, los septuagenarios y sexagenarios que se las han visto con el Tzahal y que están acostumbrados a llevar sus asuntos como en un cuartel, hemos dejado encerrados en una habitación sin teléfono a todos esos miles de jovencitos entusiastas, laicos, demócratas y conectados a la red. Tipos, como aquel directivo de Facebook al que le tocó un tour por las mazmorras de una tiranía tercermundista –dudo que publicase un álbum sobre eso en su perfil–, que creen, probablemente de corazón y con toda la inocencia, que hacer política es ser un flecha twiteando o que el poder es tener más de 5.000 amigus en face.



Resaca de libertad.
El Ejército limpia -ejem,ejem- Tahrir dos días después de la victoria.
(Foto Yannis Behrakis/Reuters en International Business Times).

Que no les pase nada.







-----
Imagen de cabeza: Los manifestantes egipcios descubrieron el modo de descansar e incluso dormir aprovechando los bogueis y cadenas de los carros. Tahrir, 7 de febrero de 2011. Foto Reuters en The Telegraph.
-----

9 comentarios:

  1. Simplemente Genial. Has hecho el mejor análisis sobre la "primavera" árabe que he leído en todo este tiempo... ya me dolía el hígado cada vez que leía juntas las palabras redes sociales y revolución.

    ResponderEliminar
  2. Solo una cosa que decir: Se parte del problema.

    ResponderEliminar
  3. En este análisis sobre los "primaveras" occidentales y el mundo árabe, veo que se mete a Túnez de rondón en las conclusiones, pero allá nada de sistema soviético, ni israelíes al lado, sino burocracia francesa del 1920 congelada en el tiempo y elites yendo a la ENA...¡anda! si en Túnez hay otra ENA... www.ena.nat.tn

    Es curioso todo el abanico de situaciones con los factores del análisis. En Argelia, con pasado francés y luego socialista, nada de nada (?); en cambio Marruecos, con un ejército del estilo egipcio pero sin pasado soviético, movimiento.

    Y luego, el que quiera sacar conclusiones al norte de Tarifa, que las saque...

    ResponderEliminar
  4. Charles:

    Bueno, era fácil acertar… a todo el mundo le cae gordo el Facebook…

    Kheired:

    ¿Parte del problema? ¿Por ejemplo fabricando tanques?...

    Anónimo:

    No te equivoques, el E. marroquí, aunque también monte en M-60, está en la antípoda del egipcio. Este hace y deshace presidentes a su antojo, los presidentes, de hecho, han salido siempre de entre sus filas hasta la fecha. El marroquí intentó derrocar a Hassan II a principios de los 70 y desde entonces purga su pena. A la fecha las fuerzas armadas marroquíes, a parte de la gendarmería que mantiene tranquilo el corral, carecen de peso dentro del país. Están bajo férreo control personal del rey que, por poner un ejemplo significativo, prohíbe el vuelo de aviones militares sobre Rabat o cualquier ciudad donde él se encuentre en un momento dado (debido a una intentona de la Fuerza Aérea contra su padre en 1972). El proceso en Marruecos ha estado en todo momento en la arena política y, hay que admitir, Mohammed ha sabido maniobrar a tiempo. Supongo que recordó el refrán aquel de las barbas del vecino.

    Indudablemente la primavera árabe consta de muchos procesos diferentes y distintos. Existen nexos comunes –más allá de la mera contemporaneidad o sucesión de los estallidos y el denominador común de ser árabes–, pero no uno que sea común a todas. Hay factores que conectan dos casos entre sí, pero no explican un tercero, etc.

    Pero esto es normal. Personalmente no creo que haya habido llamadas telefónicas desde Washington explicando al generalato egipcio lo que tenía que hacer en cada momento. El E. egipcio es lo suficientemente inteligente para saber cual es su posición en el mundo, después de todo la eligieron ellos.

    El papel de Francia ha sido especialmente notable en toda esta situación –aunque no precisamente en el caso egipcio–, me viene a la mente Libia, que ha sido prácticamente una guerra francesa, habrá que ver como se desarrollan las cosas en Siria.

    En el caso de Túnez-Egipto, la principal coincidencia, que espero no quede oscurecida en la entrada, es la presencia de un líder anciano y desgastado en una posición que le enemistaba –en ambos casos por el comportamiento de miembros de su familia– con las élites que lo sostenían. Tampoco se olvide el deterioro de las condiciones de vida; y no hablo de paro subvencionado, hablo de precios del pan y otros comestibles básicos que mandan en cuestión de semanas a decenas de miles desde el umbral de la pobreza al de la cruda desnutrición. La clase de barbaridades que te pasan cuando dejas al FMI mangonear con tus políticas agrarias. Si no eres de los que creen que viene el Coco-FMI, también puedes tener esto en cuenta.

    Otra cosa que tienen todas las revueltas en común es que, a día de hoy, los grandes ganadores de todo el asunto son los sauditas. Si eres de los que creen en la teoría de la Guerra Civil dentro del Islam, entre sunnitas y chiítas, desde luego la casa de Saud, los salafistas y los islamistas –aunque sean moderados– pueden decir que se han apuntado todas las batallas contra chiítas, laicos y “socialistas” panarabistas (si es que quedan de esos).

    A los tres, muchas gracias por leerme y molestaros en comentar.

    ResponderEliminar
  5. Pues ayer parece ser que el ejercito se despacho a gusto, la foto mas llamativa es la de la mujer con el traje de velo subido y comiendo patada en la barriga... un poco raro todo esto.

    ResponderEliminar
  6. Y más que vas a ver.

    Lo que no veremos son cambios de régimen, ni la retirada de Tantaui. Los muchachos en la plaza piden su cabeza. Bueno, ¿y qué? También pidieron la de Hosni. El Ejército no es su cabeza que, como todos saben, es separable, sacrificable, cortable, entregable. La última la sirvieron en bandeja ellos mismos. Incluso aunque Tantaui cayese por algo que pudiera hacer la turba de la plaza, eso no significaría necesariamente el fin del Ejército como actor político. Especialmente si fuese el ejército el que entregase esa cabeza.

    Al ejército, insh Allah, lo acabarán poniendo en su sitio sucesivos gobiernos, probablemente islamistas más o menos moderados. Pero será, como en Turquía, algo que llevará muchos años y requerirá un razonable aumento del nivel de vida de la masa y modernización del país. Si es que eso es posible.

    Yo entiendo que un ejército, especialmente uno del Tercer Mundo, hace un malo muy bueno, pero me hace gracia como la prensa cambia de favoritos y con qué rapidez. En marzo leía uno párrafos tan melosos como este de Enric González: “En sociedades tan estáticas como las árabes, donde la educación y el trabajo raramente sirven para prosperar porque lo que cuenta es pertenecer a la élite del poder o arrimarse a ella, el Ejército constituye el principal ascensor social. Entre los mandos militares abunda la gente de procedencia humilde. Eso, unido al servicio militar obligatorio, por el que cada familia tiene a alguien de uniforme, explica en gran medida el respeto mutuo entre Ejército y sociedad civil”. Ahora empieza sus crónicas hablando de “un dictador militar amenazante” para referirse a Tantaui.

    Tantaui ha retrasado ya las elecciones dos veces para satisfacer las demandas de la izquierda radical, los liberales y los laicos. De los buenos, de los que nos gustaría ver gobernando con mucho talante Egipto para modernizarlo y que haya una buena señal de wifi en todo El Cairo y las señoras vayan en topless si les apetece.

    A fuerza de cargar las tintas contra el pobre Tantaui, que seguramente a estas alturas lo único que quiere es entregar el poder al primero que pase y que le dejen en paz con sus negocios, los medios occidentales han jaleado en última instancia a una turba que lo que pedía es la suspensión o retraso de unas elecciones democráticas. Pero, ¿quien sería tan desalmado para entorpecer la fiesta de la democracia? Los que saben que no pueden ganar las elecciones. Claro que eso, en esencia, es bastante antidemocrático. Sólo que en este caso es esa clase de antidemocracia que interesa, ya sabéis, para que no ganen los barbudos y tal.

    ResponderEliminar
  7. Bien, los barbudos llevan décadas preparándose para esto. Ellos ya recibían de la policía cuando los del Facebook apenas gateaban, le vendían la moto a los sauditas para que apoquinasen, montaban redes asistenciales que daban escuela, techo y comida a los padres de más de uno y más de dos de los que están en Tahrir tirando piedras y haciendo cartelones con rima graciosa. Si el expolio es para el que lo trabaja los Hermanos se lo han ganado un par de veces por lo menos.

    Por mí, que lo disfruten. Los van a elegir para ello, democráticamente.

    Y Tantaui y el Ejército, al que ahora parece estar de moda dar los días en el poder contados, lo saben. La cúpula militar está formada por hombres demasiado inteligentes para no entender que una dictadura militar es inviable. Mubarak, que era general, y de facto llevaba una dictadura militar siempre salía en público de civil desde que lo hicieron presidente. No, el ejército no va a pringarse manteniéndose en el poder por la fuerza. Lo último que harán, teniendo en cuenta que viven de los cheques que les pasan por no molestar a Israel, es alienarse ese “respeto” de las sociedades civiles. Aunque sea un respeto cimentado en la pintoresca noción de que el Ejército egipcio venció en 1973.

    Si creéis que no tienen sus propias cartas que jugar, sois tan ingenuos como un corresponsal de El País en El Cairo. Para empezar tienen al Tío Sam, que mandará cartas incómodas como el mensaje presidencial pidiéndoles que cedan el poder, pero que lo último que quiere es que lo dejen demasiado rápido y demasiado islamista. Cosa que los Hermanos Musulmanes saben perfectamente. Que les van a dejar ganar, siempre que se comporten. Y por ellos, perfecto.

    Hay preguntas mucho más incómodas que ¿qué pasa con los negocios del ejército?, y son preguntas que los Hermanos Musulmanes, viejos zorros que saben perfectamente que esta es una carrera de fondo, están más que dispuestos a no formular en alto. Siempre que se llegue a un entendimiento, naturalmente. El poder, al final, es el arte de repartir suficiente entre los que quedan debajo para que no les entren ganas de replantear el organigrama.

    Otra ironía. Cuando salieron los resultados de la primera vuelta, que todo el mundo encontró alarmantes –a pesar de una participación del 60% y eso en sólo una parte de los distritos–, lo que empezamos a ver fueron esos artículos tipo “bueno vale, han ganado los malos, pero dicen que son moderados”, seguidos de columnas de opinión que se preguntaban, nada sutilmente, si toda esa moderación no sería una trampa. Guardo especial recuerdo de aquel que se preguntaba si el nuevo discurso islamista, más democrático, es oportunismo o convicción. Como en cualquier otro caso, dependerá de lo que funcione, y eso dependerá de cómo funcione la economía. Si esta crece, será convicción, si esta no funciona y los Hermanos tienen que empezar a hacer cosas que no deberían –una política agraria propia, por ejemplo– veréis qué rápido se destapa su aviesa duplicidad y una oleada de noticias sobre abusos a mujeres en Egipto.

    ResponderEliminar
  8. Algún día entenderá occidente que el mundo musulmán es, de momento, en su mayoría conservador y religioso, como suele serlo generalmente la gente pobre de solemnidad. Como la gente de orden de toda la vida, vaya. Intentaron la modernidad liberal occidental, incluso la socialista, les metieron tanque israelí y sátrapas made in USA con atacador. Intentaron la teocracia, los tildaron de parias, excepto a los sunitas petro-bien-situados, claro. Así que, ¿qué les queda? Pues un ordenado gobierno democrático de derechas e islámico. En Alemania gobernó la democracia cristiana décadas y nadie se murió, más bien lo contrario.

    Respecto a lo que está pasando, ahora, en la plaza. Hoy leía no sé donde que ya había alguien denunciando que ahora mismo los salafistas –netos ganadores de la segunda vuelta de las elecciones– estaban ayudando al Ejército a repartir palos. ¿Porqué será?

    Mientras, occidente llora por la destrucción del Instituto Científico. Una auténtica tragedia, no digo que no, probablemente equiparable a la quema de la biblioteca de Alejandría, pero que no tiene nada que ver con lo que está pasando.

    A lo que asistimos, al final, es al ajuste de detalle del equilibrio de poderes entre las dos únicas fuerzas con auténtico peso en Egipto ahora mismo. El Ejército que sigue detentando el poder que da tener los resortes del estado, y los tanques, y que quiere que le dejen sus negocios tranquilos, el de sus fabriquitas y el de vender neutralidad respecto a Israel; y los Hermanos Musulmanes que cuentan con el único respaldo ciudadano organizado y articulado lo suficientemente numeroso como para ser políticamente representativo, y sólo quieren que, después de 8 décadas de clandestinidad, les dejen, por fin, tocar pelo.

    Son estos dos los que tienen que repartirse el pastel, y como de momento les veo arreglándose bastante bien –lo divertido va a ser cómo se lo montan para hacer retroceder al Ejército una vez ganen las elecciones–, soy de los que no da dos duros por los chavales de Tahrir que seguirán recibiendo cada vez que quieran salir a la calle.

    Los islamistas más o menos moderados que formen gobierno usaran al Ejército para reprimir a los laicos y los sans culottes semiprofesionales que pululan por Tahrir, o a cualquier que proteste sea por hambre de justicia o de la otra. De momento los militares lo hacen de oficio. Dentro de unos meses lo harán por orden del nuevo gobierno, y entonces tendrán que elegir entre mancharse las manos de sangre ametrallando manifestantes laicos o simplemente hambrientos y enajenarse la simpatía popular, o mancharse las manos con sangre de salafistas y enajenarse el buen rollito internacional, pero tampoco mucho.

    Y volverán a salir. La economía, el verdadero detonante de todo esto, sigue bajo mínimos –peor de hecho que en 2008 cuando ya salió a la calle la gente y nada cambió–, la gente pasa hambre, y entonces es cuando se echa a la calle.

    Que alguien organice una sentada por Face, pliz...

    ResponderEliminar
  9. Esta última dúpla de artículos ha sido el mejor análisis (además de chanante) de la "Primavera Árabe" que he leído hasta ahora. Enhorabuena por el blog. Lástima que no te prodigues mucho con él ;).

    ResponderEliminar