La triste saga del F-22 (II parte)
Pues sí, señores. Se acabó la fiesta. Con admirable simetría, casi en el año clavado de la presentación del Sukhoi T-50, los chinos, como quien no quiere la cosa, se han dejado fotografiar el prototipo de su primer caza de quinta generación, el Chengdu J-20. Y la Internet echa humo. El T-50 no pasaba de ser uno de los muchos clavos en el ataúd de la hegemonía norteamericana, pero un quinta generación chino… eso ya son palabras mayores.
El primer sitio donde se debe haber escuchado un sonoro mecagüen la madre que los parió en mitad de la noche después de ver las fotos es en casa de Robert Gates. Porque podéis estar seguros de que esta –ejem– filtración justo unos días antes de que tenga que ir a China a tratar, precisamente, de las relaciones militares bilaterales es de todo menos inocente. Es más, seguro que roza el insulto personal de uno de esos modos sutiles, milenarios y orientales tan Feng-Shui. Él, que afirmaba que no tenía sentido comprar más Raptor cuando no se esperaba ver volar el prototipo de un quinta generación chino hasta dentro de cuatro años.
¿Os imagináis lo que tiene que ser tratar de negociar con media docena de generales chinos que no paran de hacer chistes en mandarín por lo bajini sobre tus dotes de adivino mientras tratas de leer el PowerPoint? Con tal de acabar, el tipo estará dispuesto a firmar lo que sea. Y eso sin ponerse a pensar en las que va a tener que oír cuando vuelva a casa, él, el paladín del no necesitamos esta gilipollez de un billón de dólares.
¿Os imagináis lo que tiene que ser tratar de negociar con media docena de generales chinos que no paran de hacer chistes en mandarín por lo bajini sobre tus dotes de adivino mientras tratas de leer el PowerPoint? Con tal de acabar, el tipo estará dispuesto a firmar lo que sea. Y eso sin ponerse a pensar en las que va a tener que oír cuando vuelva a casa, él, el paladín del no necesitamos esta gilipollez de un billón de dólares.
Esta, por venderle chatarrilla a Taiwán. (Foto en tuku.military.china.com) |
En casa el gallinero está bastante alborotado, con dos grandes corrientes de gritos histéricos. Están los que, al borde del pánico, ven en el J-20 el final de la hegemonía militar y tecnológica norteamericana y ya anuncian la inminente caída del Imperio Americano. Y luego están los del bueno, tampoco es para tanto, después de todo los chinos llevan viniendo desde que tengo uso de razón, pero nunca parecen acabar de llegar los jodíos. Su principal argumento es una cierta condescendencia hacia la auténtica capacidad china.
En muchos casos, ambas corrientes se mezclan sin ningún rubor. Por ejemplo, Carlo Kopp, uno de los gurús del tema, sacó a los pocos días, –más o menos en cuanto se empezó a estar seguro de que todo el lío no eran cuatro chinos moviendo una maqueta a escala real de un Mig 1.44 con una cuerda–, un “análisis preliminar” de lo más divertido.
En él se detalla, básicamente, lo que se puede ver a partir de fotos en dos dimensiones, incluidos algunos fallos bastante gordos. Por ejemplo que a dónde va con ese culo, que debe ser como coger al concepto stealth y darle de patadas por el suelo, o que los motores no tienen toberas vectoriales, o que no se sabe qué Windows lleva. Algunas de estas preocupaciones son muy legítimas, por que a día de hoy en motores de aviación y electrónica militar el nivel chino no pasa del de eterna promesa, pero eso no impide a Kopp concluir que, tal y como está, –apenas un poco de guapeo–, el aparatejo es, de largo, capaz de merendarse con patatas a todo lo que no sea, qué casualidad, un F-22.
Antes de empezar a comprar comida en lata conviene recordar que el objetivo en la vida del sr. Kopp, y de su web, –muy interesante por otra parte–, es conseguir para Lockheed un contrato Australiano por tantos F-22 como puedan pagar. Por eso si Myanmar lanzase mañana al aire una caja de zapatos pintada de gris y anunciase el primer vuelo de su primer caza de quinta generación con toda seguridad Kopp estaría dispuesto a admitir que aunque ahora mismo no parezca gran cosa, con tiempo y mala leche podría convertirse en una terrible amenaza que justifica el levantamiento de la prohibición de vender F-22s a los aliados del Pacífico.
Algo en lo que, gracias al J-20, seguramente tanto Japón como Corea del Sur, –y Singapur, Malasia, Tailandia y Filipinas–, le apoyarían con gran vehemencia. De Taiwán, mejor ni hablar. Deberían empezar a pensar en volver al redil. Cuanto antes cierren el trato, mejor les irá. No se vive tan mal en una de esas zonas económicas especiales, mira a los osos panda, qué felices parecen.
La cosa sigue siendo que, sin negar que los chinos tienen un avión que carretea y que probablemente vuele en un futuro cercano, (de hecho), a parte de que parece más grande que los Raptor y T-50, –lo que podría significar lo mismo una ventaja táctica en combate BVR al poder transportar más armamento aire-aire dentro del fuselaje que el hecho de que en realidad es un bombardero–, seguimos sin saber qué es exactamente lo que tienen. ¿Un prototipo, un demostrador tecnológico?
En muchos casos, ambas corrientes se mezclan sin ningún rubor. Por ejemplo, Carlo Kopp, uno de los gurús del tema, sacó a los pocos días, –más o menos en cuanto se empezó a estar seguro de que todo el lío no eran cuatro chinos moviendo una maqueta a escala real de un Mig 1.44 con una cuerda–, un “análisis preliminar” de lo más divertido.
En él se detalla, básicamente, lo que se puede ver a partir de fotos en dos dimensiones, incluidos algunos fallos bastante gordos. Por ejemplo que a dónde va con ese culo, que debe ser como coger al concepto stealth y darle de patadas por el suelo, o que los motores no tienen toberas vectoriales, o que no se sabe qué Windows lleva. Algunas de estas preocupaciones son muy legítimas, por que a día de hoy en motores de aviación y electrónica militar el nivel chino no pasa del de eterna promesa, pero eso no impide a Kopp concluir que, tal y como está, –apenas un poco de guapeo–, el aparatejo es, de largo, capaz de merendarse con patatas a todo lo que no sea, qué casualidad, un F-22.
Antes de empezar a comprar comida en lata conviene recordar que el objetivo en la vida del sr. Kopp, y de su web, –muy interesante por otra parte–, es conseguir para Lockheed un contrato Australiano por tantos F-22 como puedan pagar. Por eso si Myanmar lanzase mañana al aire una caja de zapatos pintada de gris y anunciase el primer vuelo de su primer caza de quinta generación con toda seguridad Kopp estaría dispuesto a admitir que aunque ahora mismo no parezca gran cosa, con tiempo y mala leche podría convertirse en una terrible amenaza que justifica el levantamiento de la prohibición de vender F-22s a los aliados del Pacífico.
Algo en lo que, gracias al J-20, seguramente tanto Japón como Corea del Sur, –y Singapur, Malasia, Tailandia y Filipinas–, le apoyarían con gran vehemencia. De Taiwán, mejor ni hablar. Deberían empezar a pensar en volver al redil. Cuanto antes cierren el trato, mejor les irá. No se vive tan mal en una de esas zonas económicas especiales, mira a los osos panda, qué felices parecen.
La cosa sigue siendo que, sin negar que los chinos tienen un avión que carretea y que probablemente vuele en un futuro cercano, (de hecho), a parte de que parece más grande que los Raptor y T-50, –lo que podría significar lo mismo una ventaja táctica en combate BVR al poder transportar más armamento aire-aire dentro del fuselaje que el hecho de que en realidad es un bombardero–, seguimos sin saber qué es exactamente lo que tienen. ¿Un prototipo, un demostrador tecnológico?
Última hora (12/01/11): lo que tienen también vuela. (Foto en China Defence Blog) |
Por eso todas esas discusiones sobre cual es el mejor, cuantos J-20 hacen falta para derribar un F-22, o viceversa, y cual es el más bonito de los tres, –no sé cual es el más bonito, pero el J-20 es feo, feo, feo–, que vais a ver en blogs, páginas y foros en los próximos meses no van a ningún lado. Y sobre batallas masivas entre cazas de quinta generación sobre el Estrecho de Formosa, recordad: eso no va a pasar.
Que no panda el cúnico...
La pregunta ahora mismo es si realmente China tiene la capacidad para acometer en solitario algo de esta envergadura. Y, la verdad, hay motivos para ser condescendientes con la capacidad de la industria aeronáutica china. Hasta la fecha no ha conseguido completar ni un solo proyecto sin un significativo aporte extranjero, voluntario o inverso, en know-how, o componentes ya terminados.
Ni en el campo civil, donde el C919, un avión que seguramente causa, de lejos, más trastornos gástricos en Toulouse y Seattle que el J-20, y es su candidato a explotar el último gran mercado virgen que queda en el mundo, las líneas regionales chinas, es, en realidad, el resultado de la cooperación de 21 firmas, 17 de ellas extranjeras. Ni en el campo militar, donde su cómplice más conocido es Pakistán. Otra pujante potencia aeronáutica.
La producción de motores indígenas sigue siendo la principal debilidad de la industria aeronáutica china y, sin producir motores, en este negocio a lo más a lo que puedes aspirar es a montador más o menos mañosete. Eso no ha impedido a China ser un gran exportador de aviones de combate en el pasado, dirá alguno.
Ni en el campo civil, donde el C919, un avión que seguramente causa, de lejos, más trastornos gástricos en Toulouse y Seattle que el J-20, y es su candidato a explotar el último gran mercado virgen que queda en el mundo, las líneas regionales chinas, es, en realidad, el resultado de la cooperación de 21 firmas, 17 de ellas extranjeras. Ni en el campo militar, donde su cómplice más conocido es Pakistán. Otra pujante potencia aeronáutica.
La producción de motores indígenas sigue siendo la principal debilidad de la industria aeronáutica china y, sin producir motores, en este negocio a lo más a lo que puedes aspirar es a montador más o menos mañosete. Eso no ha impedido a China ser un gran exportador de aviones de combate en el pasado, dirá alguno.
Feo... pero feo, feo, feo, ¿eh?. (Foto en tuku.military.china.com) |
Bueno, er… sí y no. Tradicionalmente los chinos han recurrido a los rusos para que les proporcionen los motores necesarios para volar sus aviones, incluidas las descaradas copias de modelos rusos que después vendían por ahí tirando los precios.
Ya se sabe que los chinos tienen un serio problema con los derechos de autor, aunque tampoco estamos para señalarles con el dedo, llevamos 400 años dominando el mundo gracias a la pólvora, la brújula y el papel, tres inventos chinos por los que no han visto un centavo en royalties. Desde el punto de vista de los rusos, antes, cuando se trataba de expandir la revolución mundial, –incluso aunque estuviesen enfadados entre ellos–, la cosa podía tener un pase. Después de todo, el mayor éxito de exportación chino hasta la fecha fue una copia/derivado/sucedáneo del Mig-19, cuando el Mig de temporada ya iba por el 23.
Pero es que ahora están jugando con el pan de sus hijos. A parte de las materias primas, el único sector económico ruso que exporta es el armamentístico, y nadie ha recuperado el estatus de primera potencia vendiendo sólo materias primas. De hecho, la mayoría, si no todos, los programas clave de tecnología militar chinos, –en electrónica, submarinos, portaaviones, radares o misiles–, dependen todavía de sustanciales transferencias de tecnología rusa. En aviación militar, el JF-17, una especie de Mirage que construyen en comandita con Pakistán y que tiene todos los números para convertirse en el caza del pobre de la primera mitad del s. XXI, usa un Klimov. Y es probable que, a pesar de rumores de plantas motrices locales, el J-20 volará, al menos al principio, con Saturn 117s. Así que, de momento, conviene tener a Putin contento.
Ya se sabe que los chinos tienen un serio problema con los derechos de autor, aunque tampoco estamos para señalarles con el dedo, llevamos 400 años dominando el mundo gracias a la pólvora, la brújula y el papel, tres inventos chinos por los que no han visto un centavo en royalties. Desde el punto de vista de los rusos, antes, cuando se trataba de expandir la revolución mundial, –incluso aunque estuviesen enfadados entre ellos–, la cosa podía tener un pase. Después de todo, el mayor éxito de exportación chino hasta la fecha fue una copia/derivado/sucedáneo del Mig-19, cuando el Mig de temporada ya iba por el 23.
Pero es que ahora están jugando con el pan de sus hijos. A parte de las materias primas, el único sector económico ruso que exporta es el armamentístico, y nadie ha recuperado el estatus de primera potencia vendiendo sólo materias primas. De hecho, la mayoría, si no todos, los programas clave de tecnología militar chinos, –en electrónica, submarinos, portaaviones, radares o misiles–, dependen todavía de sustanciales transferencias de tecnología rusa. En aviación militar, el JF-17, una especie de Mirage que construyen en comandita con Pakistán y que tiene todos los números para convertirse en el caza del pobre de la primera mitad del s. XXI, usa un Klimov. Y es probable que, a pesar de rumores de plantas motrices locales, el J-20 volará, al menos al principio, con Saturn 117s. Así que, de momento, conviene tener a Putin contento.
Basta verle la cara para saber que es un tipo al que no le gusta que le chuleen. (Foto TIME) |
La lista de clientes de los cuatro modelos de avión de combate que los chinos han exportado hasta la fecha, –Q-5, J-6, J/F-7 y FC-1/JF-17–, lo cierto es que tampoco hace una colección muy impresionante. Quitando Pakistán, que es más bien un socio encargado de algunos componentes que un cliente neto, hay estados parias como Irán o Myanmar, pobres de solemnidad como Namibia o Albania o ambas cosas como Corea del Norte. Contándolos todos, no pasan de 15. Lo que nos indica que la gente que compra aviones de combate chinos, –y de estos cuatro modelos, tres son de antes de la caída del Muro–, o bien no puede permitirse otra cosa, o bien no tiene quien se la venda.
La especialidad china, el caza para pobres, a decir verdad, es un artículo que ya pocos trabajan. Los yanquis no desde el F-5, al menos, y los rusos apenas desde que exigen el pago en hard cash y no en productos locales y solidaridad proletaria. Pero es que el precio, sin dejar de ser un plus, no es siempre la consideración más importante.
El principal cliente potencial de aviones de combate chinos hoy día son países que necesitan algo para tirarle bombas a la minoría étnica, vecino molesto o grupo disidente de turno que sea barato y poco complicado pero, sobre todo, que no obligue a tener que andar dando explicaciones. Un perfil que curiosamente encaja más con clientes tradicionales de los EE.UU., como uno de los interesados en el JF-17, Marruecos, con un grupo rebelde, un rival regional buen cliente de Moscú y siempre interesado en poner nervioso a un vecino del norte con el que comparte aliados de esos que te llenan el avión de etiquetas de preguntar antes contra quien lo vas a usar no vaya a ser que te dejemos sin repuestos.
Pero, oye, eso también es un nicho de mercado, ¿no? Otra cosa es si coincide con el de potenciales compradores de cazas de quinta generación, especialmente ahora que China ha decidido secundar las sanciones a Irán. Y está por ver si China tiene realmente interés en vender el J-20. A fin de cuentas, de todas las decisiones norteamericanas, probablemente la de no vender el F-22 al extranjero haya sido la única inteligente. No me extrañaría que los chinos la copiasen.
En los últimos años han tenido algo de éxito ampliando ese nicho, por ejemplo con su entrenador JL-8 Karakorum, –otra comandita con los pakis–, con el que han ampliado su lista de clientes más allá de los Doce del Patíbulo que tenían hasta ahora, incluidos dos, Egipto y Venezuela, que pueden considerarse de primera. El problema con el Karakorum es que en los últimos años ha tenido varios accidentes serios, lo que hace muy mala prensa para un avión escuela.
Pero los entrenadores convertibles y los cazabombarderos económicos son una cosa; los cazas de última generación otra muy diferente. Y ahí no estoy muy seguro de que funcione el cheap and chic. Si es cheap, señora, es que no es chic. Los chinos, de hecho, Pakistán a parte, aún no han conseguido ningún cliente para su caza más avanzado hasta el momento, el J-10.
Que con esa base lo primero que intenten hacer en solitario sea el número más complicado del repertorio es, como mínimo, temerario. No digo que no pueda hacerse. Incluso hacerse bien, después de todo estoy seguro que los chinos tienen incentivos poderosos, –cobrados a la familia–, para evitar caer en las orgías de mangoneo político y sobrecomplicación administrativa que han sido la tumba del Raptor. Solo digo que hay muchas posibilidades de dársela.
De momento, en lugar de los vistosos vídeos de un primer vuelo con piloto sonriente que difundieron los rusos, los chinos se han tenido que conformar, –a pesar de rumores de un primer vuelo programado para cualquier día de estos–, con unos robados de unas pruebas de carreteo. Y de los nueve proyectos de cazabombardero chinos iniciados desde los ochenta, cuatro se han cancelado y uno no cumplió precisamente las expectativas. Comento.
La especialidad china, el caza para pobres, a decir verdad, es un artículo que ya pocos trabajan. Los yanquis no desde el F-5, al menos, y los rusos apenas desde que exigen el pago en hard cash y no en productos locales y solidaridad proletaria. Pero es que el precio, sin dejar de ser un plus, no es siempre la consideración más importante.
El principal cliente potencial de aviones de combate chinos hoy día son países que necesitan algo para tirarle bombas a la minoría étnica, vecino molesto o grupo disidente de turno que sea barato y poco complicado pero, sobre todo, que no obligue a tener que andar dando explicaciones. Un perfil que curiosamente encaja más con clientes tradicionales de los EE.UU., como uno de los interesados en el JF-17, Marruecos, con un grupo rebelde, un rival regional buen cliente de Moscú y siempre interesado en poner nervioso a un vecino del norte con el que comparte aliados de esos que te llenan el avión de etiquetas de preguntar antes contra quien lo vas a usar no vaya a ser que te dejemos sin repuestos.
Pero, oye, eso también es un nicho de mercado, ¿no? Otra cosa es si coincide con el de potenciales compradores de cazas de quinta generación, especialmente ahora que China ha decidido secundar las sanciones a Irán. Y está por ver si China tiene realmente interés en vender el J-20. A fin de cuentas, de todas las decisiones norteamericanas, probablemente la de no vender el F-22 al extranjero haya sido la única inteligente. No me extrañaría que los chinos la copiasen.
En los últimos años han tenido algo de éxito ampliando ese nicho, por ejemplo con su entrenador JL-8 Karakorum, –otra comandita con los pakis–, con el que han ampliado su lista de clientes más allá de los Doce del Patíbulo que tenían hasta ahora, incluidos dos, Egipto y Venezuela, que pueden considerarse de primera. El problema con el Karakorum es que en los últimos años ha tenido varios accidentes serios, lo que hace muy mala prensa para un avión escuela.
Pero los entrenadores convertibles y los cazabombarderos económicos son una cosa; los cazas de última generación otra muy diferente. Y ahí no estoy muy seguro de que funcione el cheap and chic. Si es cheap, señora, es que no es chic. Los chinos, de hecho, Pakistán a parte, aún no han conseguido ningún cliente para su caza más avanzado hasta el momento, el J-10.
Que con esa base lo primero que intenten hacer en solitario sea el número más complicado del repertorio es, como mínimo, temerario. No digo que no pueda hacerse. Incluso hacerse bien, después de todo estoy seguro que los chinos tienen incentivos poderosos, –cobrados a la familia–, para evitar caer en las orgías de mangoneo político y sobrecomplicación administrativa que han sido la tumba del Raptor. Solo digo que hay muchas posibilidades de dársela.
De momento, en lugar de los vistosos vídeos de un primer vuelo con piloto sonriente que difundieron los rusos, los chinos se han tenido que conformar, –a pesar de rumores de un primer vuelo programado para cualquier día de estos–, con unos robados de unas pruebas de carreteo. Y de los nueve proyectos de cazabombardero chinos iniciados desde los ochenta, cuatro se han cancelado y uno no cumplió precisamente las expectativas. Comento.
...todavía
Pero no os equivoquéis, puede que lo que estas fotos muestren no sea la capacidad de la industria china, pero desde luego sí su ambición. Puede que el J-20 aún esté a años, –entre 6 y 8 según las propias previsiones chinas–, de ser operativo en número apreciable, pero es una cuestión de potencia de computación, tiempo y dinero. Tres cosas de las que China no va a andar escasa en el futuro inmediato.
De momento ya son dueños del mayor superordenador del mundo. Y el tiempo juega a su favor. Todo el mundo se reía de los primeros submarinos nucleares chinos. Eran tan ruidosos que al parecer bastaba pegar un vaso contra el mamparo de un barco que estuviese cerca para detectarlos. Sonajeros, los llamaban. Y de los que brillan en la oscuridad, porque tenían un aislamiento del reactor de cartón o cosa parecida. Pero la siguiente generación ya no es tan ruidosa, ni brilla, ni, suponemos, hace tanta gracia.
Submarinos nucleares, portaaviones, misiles balísticos y ahora también cazas de quinta generación son sistemas de armas sobre los que lo que te tienes que preguntar no es quien tiene uno o dos para tener contentos a sus almirantes y generales y fardar en las cumbres regionales, sino quien tiene el PIB para fabricarlos, mantenerlos y usarlos. Y de aquí a 6 u 8 años, según todas las previsiones, el PIB más abultado del planeta será el chino.
Así las cosas, dirá alguno, y con la recién estrenada mayoría republicana en el Congreso es cuestión de tiempo que reabran la línea del Raptor y empiecen a montarlos como churros. Lo siento, eso tampoco va a pasar. La principal razón del cierre del programa, la falta de dinero, está más vigente que nunca.
Sería el momento, sí, para ponerse las pilas y recuperar la economía, y empezar una buena vieja carrera de armamentos como Regan y dejarlos a todos atrás otra vez. Pero el Raptor ya ha fracasado en ese juego, y ahora la industria norteamericana se enfrenta, por primera vez en décadas, durante las cuales las únicas plataformas en condiciones de amenazar su superioridad técnica era los Su-20 y 30 y tantos, no a una, sino a dos competidoras.
De momento ya son dueños del mayor superordenador del mundo. Y el tiempo juega a su favor. Todo el mundo se reía de los primeros submarinos nucleares chinos. Eran tan ruidosos que al parecer bastaba pegar un vaso contra el mamparo de un barco que estuviese cerca para detectarlos. Sonajeros, los llamaban. Y de los que brillan en la oscuridad, porque tenían un aislamiento del reactor de cartón o cosa parecida. Pero la siguiente generación ya no es tan ruidosa, ni brilla, ni, suponemos, hace tanta gracia.
Submarinos nucleares, portaaviones, misiles balísticos y ahora también cazas de quinta generación son sistemas de armas sobre los que lo que te tienes que preguntar no es quien tiene uno o dos para tener contentos a sus almirantes y generales y fardar en las cumbres regionales, sino quien tiene el PIB para fabricarlos, mantenerlos y usarlos. Y de aquí a 6 u 8 años, según todas las previsiones, el PIB más abultado del planeta será el chino.
Así las cosas, dirá alguno, y con la recién estrenada mayoría republicana en el Congreso es cuestión de tiempo que reabran la línea del Raptor y empiecen a montarlos como churros. Lo siento, eso tampoco va a pasar. La principal razón del cierre del programa, la falta de dinero, está más vigente que nunca.
Sería el momento, sí, para ponerse las pilas y recuperar la economía, y empezar una buena vieja carrera de armamentos como Regan y dejarlos a todos atrás otra vez. Pero el Raptor ya ha fracasado en ese juego, y ahora la industria norteamericana se enfrenta, por primera vez en décadas, durante las cuales las únicas plataformas en condiciones de amenazar su superioridad técnica era los Su-20 y 30 y tantos, no a una, sino a dos competidoras.
Vista de la cola de China.
Algo a lo que mucha gente va a tener que acostumbrarse.
Foto en tuku.military.china.com) |
Lo suyo ahora sería pasar página y ponerse directamente con la sexta generación, sí, y dentro de diez años, cuando los J-20 y T-50 empiecen a entregarse, hablamos de quien filtra fotitos. Pero, tal y como están las cosas ahora mismo en la Secretaría del Tesoro, eso, definitivamente, sí que no va a pasar. Para los que les gusten las predicciones inquietantes para un futuro apocalíptico con sus noticias sobre chinos: ¿Qué le pasó a la última superpotencia entrampada en una guerra absurda en Afganistán que se metió en una carrera de armamentos de alta tecnología?
No, en serio. ¿Creéis que una nación con un déficit que va por los 14 trillones y subiendo, –a trillón por año–, suponiendo que pudiese cerrar las dos guerras que tiene abiertas, –y no meterse en alguna nueva–, está en condiciones de afrontar los costes, mariscadas incluidas, de un programa de cazas de sexta generación? ¿Con la previsible, –a los antecedentes me remito–, altura moral e intelectual de la casi segura década larga de presidentes/as republicanos que nos vamos a comer? ¿Un país donde una cleptocracia corporativa puede convencer a la base electoral de esos presidentes para gritar entusiasmados que el cuidado sanitario gratuito y universal va en contra de los derechos fundamentales?
No, yo tampoco soy muy optimista.
Pero, naturalmente, lo intentarán. Y, teniendo en cuenta quien es el mayor acreedor extranjero de la deuda norteamericana con la que intentarán financiar la intentona, uno no puede dejar de preguntarse si el objetivo estratégico del J-20 es, en realidad, asegurar la superioridad aérea o la superioridad financiera.
Por esas y otras razones, respecto a lo del Imperio, estoy por darles la razón a los de la inminente caída, y la única duda que me queda es si estamos en la parte de Diocleciano y aún nos quedan un par de emperadores y generales brillantes que puedan, con unos golpes de timón, reformar el tinglado y darnos otros 50 o 60 años potables antes de reanudar la agonía, o directamente en la de Honorio y los emperadores mentecatos manejados por sus consejeros y cuñados.
Yo no descartaría que, cuando se escriba la historia de China dentro de dos o tres mil años, los diablos blancos no seamos más que los invasores bárbaros finalmente aculturados y/o derrotados que van entre los manchúes y los marcianos. Pero tampoco hagamos una tragedia de ello. Hemos vivido tiempos interesantes, –el final de trescientos años en los que la tecnología militar occidental ha sido superior a la china, y en 4.000 años de Historia, eso es toda una anomalía–, y lo disfrutamos mientras duró.
Ahora, salgamos con elegancia.
No, en serio. ¿Creéis que una nación con un déficit que va por los 14 trillones y subiendo, –a trillón por año–, suponiendo que pudiese cerrar las dos guerras que tiene abiertas, –y no meterse en alguna nueva–, está en condiciones de afrontar los costes, mariscadas incluidas, de un programa de cazas de sexta generación? ¿Con la previsible, –a los antecedentes me remito–, altura moral e intelectual de la casi segura década larga de presidentes/as republicanos que nos vamos a comer? ¿Un país donde una cleptocracia corporativa puede convencer a la base electoral de esos presidentes para gritar entusiasmados que el cuidado sanitario gratuito y universal va en contra de los derechos fundamentales?
No, yo tampoco soy muy optimista.
Pero, naturalmente, lo intentarán. Y, teniendo en cuenta quien es el mayor acreedor extranjero de la deuda norteamericana con la que intentarán financiar la intentona, uno no puede dejar de preguntarse si el objetivo estratégico del J-20 es, en realidad, asegurar la superioridad aérea o la superioridad financiera.
Por esas y otras razones, respecto a lo del Imperio, estoy por darles la razón a los de la inminente caída, y la única duda que me queda es si estamos en la parte de Diocleciano y aún nos quedan un par de emperadores y generales brillantes que puedan, con unos golpes de timón, reformar el tinglado y darnos otros 50 o 60 años potables antes de reanudar la agonía, o directamente en la de Honorio y los emperadores mentecatos manejados por sus consejeros y cuñados.
Yo no descartaría que, cuando se escriba la historia de China dentro de dos o tres mil años, los diablos blancos no seamos más que los invasores bárbaros finalmente aculturados y/o derrotados que van entre los manchúes y los marcianos. Pero tampoco hagamos una tragedia de ello. Hemos vivido tiempos interesantes, –el final de trescientos años en los que la tecnología militar occidental ha sido superior a la china, y en 4.000 años de Historia, eso es toda una anomalía–, y lo disfrutamos mientras duró.
Ahora, salgamos con elegancia.
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Imagen de cabeza: Chengdu J-20, presunto quinta generación chino, en la pose aparentemente más oficial de la serie de robados que andan circulando por ahí. Dado mi nivel de mandarín, asumo que propiedad de tuku.military.china.com.
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Tener tiene buena pinta, finurrio, con formitas furtivas, todo lo necesario para aparentar. Sin dudar del vehiculo y como defensa de la hegemonia occidental solo se me ocurren dos pegas:
ResponderEliminar1- ¿Cual es la tradicion aeronautica de combate "real" de los chinos? No se cuanta experiencia tendran en misiones de combate, los americanos llevan reventando cosas desde el aire de toda la vida, los chinos, como que no tienen "fama" de ases del aire, vamos, que te tienes que ir a los biplanos.
2- ¿Como de operativa estara esta generacion en 25 años? Nuestro EF despues de 20 años esta poco, en 25 años saldran a volar no tripulados que posiblemente lleven equipos considerados de 8-9 generacion, la electronica avanza mucho mas rapido que los airframes tripulados, si la tecnologia de celulas AUV mantiene el paso de la electronica en 2040 puedes tener ventajas de coste 4:1 contra cosas con piloto, ni siquiera tendrian que ser stealth...
Planteas dos buenas preguntas, la verdad.
ResponderEliminarSobre la primera, la última vez que la fuerza aérea china combatió fue en la breve guerra que mantuvo con Vietnam en 1979. Hubo operaciones aéreas, algo que evitaron deliberadamente en su guerra con India de 1962, y tampoco se vio en los choques fronterizos con la URSS de 1969, pero no fueron, ni de lejos, el tipo de grandes operaciones para las que uno se construye un caza de superioridad aérea. Entre las fuerzas armadas comunistas chinas, la aviación ha sido siempre la hermanita pobre. Por ahí aciertas de pleno, pero hay que tener en cuenta que es una ventaja relativa.
Suponiendo, y es mucho suponer, que se produjese ese conflicto a gran escala entre ambos países, esa ventaja en preparación de las tripulaciones aéreas norteamericanas duraría lo que estas siguiesen vivas. Si estamos hablando de algún choque casi fortuito entre patrullas de ambos países que, por un malentendido o un exceso de celo, degenera en un combate, la clásica escaramuza fronteriza, probablemente el superior adiestramiento y la experiencia, -directa o indirecta en forma de tácticas-, norteamericanas, suponiendo una situación táctica igualada, seguramente se impondrían.
Pero si suponemos un conflicto a gran escala debemos suponer también que se caracterizará por un altísimo ritmo operativo, (muchas misiones, con muchos encuentros y muchas bajas por ambas partes), y en ese caso, el ritmo al que esos pilotos entrenados en tiempo de paz, con muchas horas de vuelo y alguna experiencia en guerritas contra sparrings fáciles desaparecerán será muy rápido, y después, como ya le ocurrió a la Luftwaffe, quitando un puñado de expertos, ambos bandos tendrán que ver cual es que el consigue mantener con más éxito un flujo constante de aparatos siquiera medianamente competitivos, y de pilotos para volarlos. Entonces ya será una cuestión de mera matemática donde la victoria irá al bando con mayor capacidad productiva y organizativa.
Sobre la operatividad… la verdad es que si tenemos en cuenta que la del F-22 tampoco es para tirar cohetes, (con condiciones atmosféricas que deterioran y a veces hasta destruyen las propiedades stealth de materiales y recubrimientos, altas tasas de horas de mantenimiento por hora volada y las dificultades inherentes a volar material con tecnologías todavía poco corrientes), podemos suponer que la de la FA china no será mucho mejor incluso teniendo en cuenta que dentro de 10 años esas tecnologías ya no serán tan poco corrientes. En ese sentido también habría que ver si la previsible “rusticidad” del diseño chino es una desventaja, -al hacer a cada J-20 más vulnerable avión por avión en el aire-, o una ventaja, -al hacer más sencillo y barato mantener operativo al conjunto de la flota.
ResponderEliminarPor último, yo también creo que el piloto de caza es una especie en peligro de extinción, y una de las hipótesis que circulan sobre el J-20 es que vaya a servir como una especie de mini-awacs, (de ahí la importancia de un gran tamaño, para acomodar un radar de mayor potencia), que controlaría enjambres de drones de caza. Los chinos ya han anunciado estar trabajando en un UCAV, el Dark Sword, que tiene un nombre chulísimo, pero está por ver como se hace realidad .
Cuando, dadas las condiciones de g, envolvente de vuelo, etc. que implican prestaciones como la supermaniobrabilidad o el crucero supersónico, el piloto es, cada vez más, la parte más débil del sistema de armas está claro que sus días están contados. Es una simple cuestión de eficiencia. Pero eso, todavía, hay que contárselo a los pilotos que generalmente forman la élite de las Fuerzas Aéreas en todas partes y tienen sus intereses creados e influencias para defenderlos.
Para que te hagas una idea de . lo que los norteamericanos empiezan a barajar en su wishlist para un posible sexta generación. Es curioso, el piloto se considera “opcional”.
Saludos
Estimado Húsar, excelente artículo, tal cual nos tiene acostumbrados!
ResponderEliminarMuchas gracias por tú interés y se muy bienvenido.
ResponderEliminarVer cómo se pasa de un clásico filtrado-robado tecnológico, plan guerra fría pero en regional y multipolar, al colapso definitivo de la civilización occidental me deja sin palabras. Tiene que haber varios saltos mortales entre ambos, pero están tan bien disimulados que no procede ponerse a buscarlos.
ResponderEliminarSólo apunto que uno de los cometidos de todo directivo técnico actual es preparar powerpoints titulados EL FUTURO. Ahora bien, todos recordamos aquellos libros en los que el camión del año 2000 era una copia a escala del Concorde.
Una impresión parecida me da el artículo de la AF magazine. Parece escrito sobre el tema "cómo encajar las tecnologías avanzadas en el mismo concepto de caza de siempre". Lo que no es extraño sabiendo que la AF magazine se edita por una asociación ajena a las FAS de EE. UU. que entre otros fines tiene el de informar sobre "the exploits of Air Force heroes". Verles admitir pilotos opcionales es como ver a la Deutscher Flottenverein promocionar el té a las cinco. El camino tecnológico americano puede estar más avanzado de lo que parece.
En cuanto a tripulaciones, creo que la teoría de la elite pilotil de preguerra deja de ser válida por la electrónica y la simulación (en tierra y en aviones de entrenamiento capaces de replicar sistemas de otros modelos). Las líneas aéreas, con pilotos más domados que las FF. AA. , hace tiempo que prescinden de Caballeros-del-aire-Top-Gun nivel 100% y se conforman con profesionales abundantes y baratitos nivel 75%. Ventaja por tanto para los Chinos.
Saludos
Bueno, jajajajaja, puede que a la hegemonía occidental aún le queden unos años más, pero creo que todos estamos de acuerdo en que asistimos a un notable desplazamiento del centro de gravedad mundial en muchos aspectos, pero sobre todo el económico, hacia Asia y en ese contexto el J-20 o cualquier otro anuncio similar, -veremos un nuevo pánico amarillo cualquier día de este año con la botadura de su primer portaaviones-, son síntomas que no deben confundirse, como a veces se hace, con las causas.
ResponderEliminarEl remedio de esas causas es algo que, con el actual rumbo y velocidad de occidente, en conjunto, y nos incluyo, me permitiréis ver como una posibilidad muy remota.
A parte, me he reído mucho con lo de la Flottenverein, la verdad. Veo que el sentido del link se ha captado perfectamente.
Es que abandonamos los clásicos, joer...
ResponderEliminarhttp://sp.rian.ru/opinion_analysis/20110106/148158568.html
Excelentes artículos los de este blog, qué risas provocaste en mi con el pantalón rojo del ejército francés...
ResponderEliminarNo obstante debo ser la espinita nuclear clavada en el corazón de todo historiador amante de las batallitas. Y es que las armas nucleares intercontinentales están pasadas de moda lo sé, pero siguen estando bajo tierra en vertical y con un celador que cobra 3000 dólares al mes por quitarle el polvo a la junta de culata del misil. Por no hablar d esos juegos de llaves múltiples que dan acceso a las armas nucleares, espero que el pentágono tenga una madre de serivicio las 24h. por si alguien pierde esas llaves.
Y es que, al igual que la guerra que no se dió entre EEUU y la URSS, habra una no-guerra entre China y la Otan. Y espero no equivocarme, porque si la hay, para muchos será la ultima noticia interesante que vean en el periódico y ya os podeis ir viendo la película de "The Road" y olvidaros de "top gun".
Lo que sí tiene sentido pensar es en una nueva guerra fría, caracterizadas por enfrentamientos contra terceros por razones geopolíticas y todo un culebrón diplomático a poblar las portadas de los periódicos. También habrá que cambiar el color del teléfono rojo y pintarlo de amarillo.
Evidentemente en una guerra convencional, China vs EEUU (obviando el resto de aliados de la OTAN, entre los que está Alemania) tendrían una buena película, pero puedo prometeros, que el soldado chino se parecerá mucho más al japonés que corre por terminar con su vida que al buen aseado yanki con su uniforme de última generación para volver loquitas a las australianas.
Nos olvidamos también de ciertas armas que están apareciendo: láser AA, os recomiendo que veaís lo que le cuesta a ese bicharraco de STAR WARS cargarse un misil y contra eso no te sirven las vengalas ni los rizos de top Gun. Tengo entendido que ya pueden montar uno de estos en un BOING y en barcos. Lo cual hace que el dominio del campo de batalla vuelva de nuevo a la tierra.
Buen momento para los UAVS, ya que con esas armas desplegadas, ningun piloto querría volar y el que lo hiciera acabaría como el francés de los pantalones rojos.
Un saludo a todos y enhorabuena por el blog, escribes de puta madre.
¿Por qué hace tanto tiempo que no hay entradas en este blog? Es cojonudo... lo echamos de menos.
ResponderEliminarGracias Boorha, perdona el retraso ¡hacemos lo que podemos!
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