Viendo las imágenes del asalto, por llamarlo de alguna manera, al Mavi Marmara te cuesta creer que los tipos que lo han llevado a cabo sean los mismos, o parientes, ni siquiera lejanos, de los que cruzaron media África para liberar a los rehenes de Entebbe, o de los que estuvieron en el Paso de Mitla, los de la Granja China o de los que tomaron Beaufort.
Porque antes ese era el tipo de historias que circulaban sobre el Tzáhal. Historias de acciones espectaculares, como cuando Nasser se fue a la cama una noche de junio de 1967 con una fuerza aérea y se levantó a día siguiente con nada más que un montón de chatarra soviética humeante. O como cuando sacaron en 36 horas a prácticamente todos los judíos Falasha que quedaban en Etiopía en 1991 organizando un puente aéreo en mitad de una guerra civil africana.
Historias de soluciones inesperadas e imaginativas, como el disfraz de mecánico borracho de Eichmann o el falso Mercedes de Idi Amín y los uniformes ugandeses. De operaciones de una profesionalidad casi sobrehumana, como cuando una docena de cazabombarderos de la Heyl Ha’Avir cruzaron media Arabia Saudita y medio Iraq, –ida y vuelta–, volando a la altura de la copa de los datileros para desmochar el reactor nuclear iraquí en Osirak en junio de 1981.
De tipos capaces de ganar la batalla incluso a pesar de fallos garrafales en la información, como cuando tomaron Ammunition Hill en el 67 a punta de UZI pensando que tenían una ventaja de 3 a 1 y resultó que se las veían, hombre por hombre, con un número igual de combatientes de la Legión Árabe, –según ellos mismos el ejército árabe más competente de todos–, dispuestos a disputar cada palmo hasta llegar al Muro de las Lamentaciones. Historias épicas de un ejército que lucha por su vida de espaldas al mar.
Pero ya hace mucho que no hay historias de esas, la última del pelo que yo recuerde es la de cuando en 1982, –también en junio–, la Avir limpió el valle de la Beeqa, plagado de SAMs sirios con lo mejor de la tecnología soviética de exportación del momento, como el Pato WC desinfecta tu inodoro sacando de paso del cielo a un tercio de la Fuerza Aérea Siria. Cuando la US Navy intentó hacer lo mismo año y medio más tarde perdió tres aviones, un A-6 y dos A-7, donde la Avir no había perdido ni uno sólo.
De un tiempo a esta parte parece que son los otros los que te salen con las ideas geniales, como los Al Qassam, con las soluciones de simplicidad devastadora, como usar las piedras del suelo, con el luchar como leones. Hace falta tenerlos cuadrados –no me extraña que fuesen turcos–, para ver caer del cielo a unos comandos israelíes armados hasta los dientes, e irte a por ellos con lo primero que pillas a mano. El primer comando que se ve caer por la cuerda ya sabe, de primera mano, lo que sintió el primer soldado de la Liga que puso pie en la Sultana.
Las guerras en Líbano y los territorios ocupados, –el pasatiempo favorito de la derecha israelí–, han dilapidado en 30 años la ventaja estratégica que Menachem Begin consiguió en Camp David. La de 1982 ya degeneró en una guerra de desgaste, por definición contraria a los intereses judíos. La de 2006 estuvo tan lejos de los objetivos propuestos, –incluso según los cambiantes baremos del propio Tzáhal–, que, técnicamente, fue una derrota. Gaza en 2009 fue sólo una más en la larga serie de derrotas mediáticas que los palestinos les han ido inflingiendo desde la Intifada.
Largas como sus fronteras, con sus largos goteos de víctimas y derrotas cotidianas que había que vengar, esas guerras, como todas las guerras largas y de baja intensidad pronto impopulares, han ido erosionando el fundamento mismo del poder militar del Estado de Israel.
Han aparecido movimientos de objeción de conciencia a servir en los territorios por parte de reservistas, –algunos veteranos condecorados de otras guerras más heroicas, más cortas, más puras–, y conscriptos e incluso pilotos y miembros del Sayeret Matkal, las tradicionales élites de las Fuerzas Armadas, –y la sociedad–, israelíes. Hace mucho ya que el Tzáhal no lucha de espaldas al mar, y en un país donde sus padres y abuelos hubieran considerado una desgracia no ser considerados aptos para el servicio, el número de jóvenes que evaden el servicio militar se ha disparado.
Lo barato al final sale caro
La tentación de librarlas usando sólo las Fuerzas Aéreas y las Especiales, formadas por profesionales o voluntarios, gente que asume los riesgos inherentes a su profesión sin pedir calendarios claros, objetivos delimitados y, sobre todo, que no hace preguntas políticas sobre la utilidad del conflicto, su fin previsible, ni, más importante aún, sobre su legitimidad última, era demasiado atractiva para no ceder a ella.
La receta de Fuerzas Especiales y Aéreas es muy popular entre gobiernos, –los EE.UU. y la OTAN le sacaron mucho jugo en los 90s–, que desean embarcarse en operaciones militares cuya utilidad y necesidad no resistirían necesariamente un escrutinio público atento. Especialmente en el caso israelí permiten a un gobierno realizar operaciones militares de forma barata en dinero, y en bajas. Al menos contra milicias sin defensas antiaéreas o, en principio, de escasos medios y preparación.
Pero sobre todo baratas en costes políticos. Sin necesidad de molestar a conscriptos y reservistas con derecho a voto y, quizás, –es lo que tienen los ejércitos de ciudadanos soldado, por eso están pasados de moda–, opiniones propias sobre la legitimidad, utilidad o necesidad de las operaciones. Sin necesidad, mucho más importante aún, de plantear clara y abiertamente la lógica política y estratégica detrás de esas operaciones y arriesgarse a que el debate político y social llegue quizás a la conclusión de que la única alternativa viable que queda es otra.
Un estudio del propio Tzáhal publicado tras la guerra de 2006 señalaba al abuso de esa formula de guerra a lo barato como la principal causa de la degradación, –notoria–, de la capacidad militar convencional del grueso del Tzáhal. Otra herencia dilapidada.
“Oh, cielos, que horror, que mala suerte…”
(Foto ?).
La fe inquebrantable en la infalibilidad técnica del Tzáhal es el principal pilar de la disuasión israelí. Especialmente si lo que dice Netanyahu, –su hermano mayor, Yonatan, el único de las FDI que palmó en lo de Entebbe, debe estar revolviéndose en su tumba–, es cierto y todo es un complot orquestado desde Teherán donde todo el mundo es malísimo y no tiene otra preocupación en la vida que conseguir el arma nuclear para tirársela a ellos.
Puede que los ayatollahs sean una panda de fanáticos, pero está por ver que sean, además, gilipollas. En realidad, toda la evidencia señala, más bien, en la otra dirección. Las bombas atómicas, también, suelen tener el efecto contrario. Mirad a los japoneses, con dos les ha crecido sensatez y buenas maneras para 65 años y contando.
Así que no creo que si consiguen fabricarse una bomba, cosa que debe de salir por un pico y cuesta dios y ayuda, vayan a ser tan idiotas de usarla. Como cualquiera que haya leído Historia sabe, Irán, –que sí firmó el NPT, y que también colaboró a la no proliferación en la región bombardeando Osirak–, no ha empezado una guerra desde que se llamaba Persia, y Persia no ha sido una amenaza para Occidente desde los tiempos de Jerjes. Quitando a los norteamericanos nadie ha fabricado una bomba desde 1945 para usarla. Sería la primera vez. Las bombas son para otra cosa.
Pero Israel, –una de las cuatro potencias nucleares que no ha firmado el NPT–, tampoco ha dejado de luchar desde que la tiene, como prácticamente todo el que la tiene. Y es entonces, cuando estás en el empate a uno, cuando tienes que echar mano de las Fuerzas Aéreas y Especiales, –así que más te vale que las dos sean extremadamente competentes–, no porque sean baratas, sino porque no hay otras que usar para solucionar cualquier cosa que no sea una guerra total con amplio consenso nacional, para evitar la cual, –o por si en ella te vienen mal dadas–, tienes la bomba.
Lo que tienen las fuerzas especiales además, como descubrió Carter a su costa en 1980, es que aunque cuando las cosas les salen bien quedas morrocotudamente en las noticias, (o no sales en las noticias en absoluto lo que puede ser hasta mejor), cuando les salen mal… amigo, se caen con todo el equipo.
Incluso en las mejores condiciones una operación de fuerzas especiales requiere una buena dosis de suerte para tener éxito, y la Sayetet-13, los SEAL de la Armada Israelí como no dejo de leer por ahí, mucha suerte no ha tenido nunca, la verdad. Tienen una historia larga, orgullosa y plagada de soberanas cagadas. La última cuando 11 de ellos palmaron en una emboscada mecánica de Hezbollah en 1997.
Y está no era una operación en las mejores condiciones, precisamente. Admitamos que los israelíes no han sido una potencia naval desde los tiempos del rey Salomón, pero no hace falta un Moshe Dayan para darse cuenta de que hacer bajar rapelando de uno en uno a tus comandos hacia una cubierta llena de gente a la que llevas toda la noche amenazando es una de las jugadas más estúpidas de la Historia Militar israelí desde que Gonen decidió lanzar sus carros a pecho descubierto contra los Swagger egipcios en el Sinai.
All quiet on the Mediatic Front
Naturalmente todos los expertos, opinadores y enterados del ramo andan diciendo que Israel ha cometido el clásico error de relaciones públicas, haciendo la comparación obvia entre el Mavi Marmara y el Exodus 1947 y blablabla… Lo gracioso del caso es que todo el mundo cree que lo grave ha sido el fracaso de relaciones públicas, la típica historia de israelíes malísimos matando a sangre fría a unos pobres rojos melenudos desarmados, pacifistas y seguramente demasiado emporrados para levantarse de la silla.
Y no están pillando el chiste. No es que los israelíes hayan cometido el error de no tener en cuenta las repercusiones mediáticas del asunto. El problema no es ese, porque lo que realmente ha hecho temible al Tzáhal durante los últimos 37 años no son sus brigadas acorazadas, ni la Avir, ni el espíritu del Har-Zionismo, ni lo que sea que tengan en Dimona.
Es el hecho de que harán lo que consideren que haga falta, sin importarles quien esté mirando ni lo que diga. Y eso, en estos tiempos que corren, es algo por lo que cualquier general mataría. Unos soldados judíos podrían ponerse a romperle los brazos con barras de hierro a unos niños palestinos por lanzar piedras mientras los graban, –no sería la primera vez que ocurre, ¿verdad?–, y no preocuparse más que de dar el perfil bueno a la cámara con la total tranquilidad de que al menos la mitad de la prensa de su país les aplaudiría, y la otra mitad aunque les afease algo la conducta, en el fondo, les justificaría.
El resto del mundo, ya pueden desgañitarse, que a ellos plim. A menos que me haya perdido algo no hay un ejército multinacional camino a Gaza para levantar el asedio caiga quien caiga, y no creo que ni una sola persona que ya considerase a Israel un estado criminal, ni ninguna que considerase que está rodeado por organizaciones terroristas del malerío internacional y debe defenderse a cualquier precio hayan cambiado de opinión. El gobierno israelí, como todo buen gobierno, no tiene intención de dimitir… el Merkava dispone de una amplia guantera donde almacenar multas de tráfico y protestas internacionales, especialmente las enérgicas.
Así que todo tranquilo, entonces, en el frente mediático. No hay grandes movimientos posibles, hace mucho que ese frente se parece más a Verdún. Una larga carnicería donde ambos bandos van desangrándose a medida que el tiempo va acumulando sus miserias a la vista de todos sin que a nadie, a nadie que cuente, –los israelíes tienen gente que se encarga de eso en Washington–, le importe un comino.
Pero el hecho de que pasen olímpicamente de ella no significa que los judíos no conozcan perfectamente el valor de la batalla informativa. Por dios, casi se puede decir que ellos la inventaron. ¿Por qué creéis que se hizo una película con Paul Newman sobre el Exodus? Porque los judíos se encargaron de hacer saber de cada porrazo inglés, cada niño desnutrido y cada número tatuado en el antebrazo cuando la Royal Navy lo abordó en alta mar.
Los israelíes tenían perfectamente planeado el apagón informativo, –¿o creéis que no es más cómodo hacer cualquier cosa a 2 millas de la costa que a 70?–, sus ECMs tenían las señales interceptadas para evitar que se difundiesen imágenes de la otra parte y listas sus propias cámaras. Probablemente para grabar videos de adiestramiento, ya que nunca se han molestado en publicitar demasiado sus asuntos, pero al convertirse aquello en una matanza han tenido que publicar las suyas y ese es precisamente el asunto. Lo que se ve en sus videos.
La disuasión militar convencional israelí, saliendo por la borda.
(Imagen FDI).
Y lo que se ve en sus videos no es a soldados de élite, todo tácticos, con todos sus gadgets y tal, controlando la situación en un periquete, sino siendo apalizados. Tropezando al saltar la barandilla. Tirados por la borda. Gente entrenada para matar con sus manos desnudas, criados en una cultura militar que no sólo acepta, sino que anima a considerar normal una inferioridad numérica frente al oponente y vencer, perdiendo una bronca de estación de metro después de un derbi deportivo contra unos turcos de mediana edad. La antítesis de lo que se supone que es, que debería ser, el Tzáhal.
Invencible, eso es lo que tiene que ser. Y parecerlo. Con bomba o sin bomba Israel sigue necesitando que cuando dos soldados judíos de permiso aparezcan en chanclas comiéndose un helado todos los árabes del local se sientan incómodos. No que empiecen a hacer chistes sobre Jack Sparrow.
Es por eso que la prensa israelí anda diciendo que están mandados por una panda de chiflados incompetentes, o que lo de la flotilla ha sido una cagada, o que últimamente todo lo que parecen hacer "sufre falta de sofisticación, escasa reflexión y negligencia". De eso es de lo que se quejan los israelíes, no de los 9 muertos, ni del ridículo internacional.
Yo no sé si el Medinat Yisra'el durará mil años –espero que sí, tampoco tengo nada en contra–, pero desde luego, termine cuando sea que termine, no creo que los hombres digan que esta fue su hora mejor. Y no me refiero a la chapuza del Mavi Marmara.
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Imagen de cabeza: Los buenos viejos tiempos. El Sayeret Matkal se embarca para Entebbe, Operación Yonatan. Un éxito casi perfecto de las fuerzas especiales israelíes. ¿Estaría el secreto en los pantalones de pitillo, las camisas ajustadas y el pelo largo? (Foto Unidad del Portavoz de la FDI).
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Comentarios libremente inspirados en:
Chacham, Ronit, Rompiendo filas. Negarse a servir en Cisjordania y Gaza (Barcelona: Inédita Editores, 2005).
Una cagada de manual, de la A a la ת. Si quieres darle pal pelo a unos jipis, les das, pero al modo español, sin que ellos puedan darte a ti, no veo mucha contramedida en el Marmara este, le pones dos boquetes a proa y el mar se encargara del resto. Pero bajar con la cuerda mientras un fulano tira de ella para ver si te haces polvo los testiculos contra una barandilla... de elite!
ResponderEliminarQue bueno este articulo (como los otros). Me encanta.
ResponderEliminar¡Lo voy a recomendar!
Para Kheired:
ResponderEliminarBueno, generalmente el Tzáhal reparte estopa entre activistas con más soltura, eso también es cierto, (hace poco le saltaron un ojo a una norteamericana que protestaba por no recuerdo qué), pero la ironía del asunto, -y lo que define el conflicto en su estado actual-, es que, como decía Espera en Generation Kill... Nobody gives a fuck.
Para JUAN JOSE:
Muchas gracias por el cumplido y me alegro que te gusten los contenidos. Siempre está bien ver que a alguien le interesan estos comentarios. Vamos ya a por los seis meses de recorrido, esperemos que el número de asiduos a este salón no deje de crecer. ¡De momento aún no hemos agotado las butacas, así que todo el mundo es bienvenido!
A ambos, y todos los que veo que se toman la molestia de leer estos comentarios en Analytics, muchas gracias por el interés.
Sobre "profesionales o voluntarios,gente que asume los riesgos inherentes a su profesión sin pedir calendarios claros, objetivos delimitados y, sobre todo, que no hace preguntas políticas"
ResponderEliminarA mí esto me encaja en los "warriors", pero no en las Fuerzas Aéreas, que en Israel incorporan cienes de reservistas igual que en tierra (claro que la cualificación técnica permite ver de otro modo la guerra: desde la base). Pero todos vemos, como lo haces tú, el resultado final: se prestan al juego.
Quizás haya que introducir en el análisis el aparato industrial, para eso las FFAA son los tecnofrikis en todos los países: "yo te pago los programas industriales X,Y,Z, y tú lanza tus bombas". No es elaborado, se me acaba de ocurrir.
Muy bien por lo demás el artículo.
Saludos
En última instancia una de las tesis del artículo es, o pretendía ser, -no estoy muy seguro de si los árboles han dejado ver el bosque-, que un Ejército de conscriptos motivados y convencidos de la justicia o necesidad de su causa es un instrumento muy poderoso, lo que no creo que le pille a nadie de nuevas, pero que de un tiempo a esta parte el gobierno israelí, como otros gobiernos por el mundo, ha preferido emplear a sus fuerzas, llamémoslas profesionales, para evitar tener que entrar en explicaciones a la hora de usar la fuerza.
ResponderEliminarEsto puede suponer una degradación moral y ética en la conducción de las operaciones, y una degradación de la capacidad operativa de las fuerzas en su conjunto. También en 1973 se dijo que el haberse concentrado en la guerra “de baja intensidad” contra la OLP, -muy exitosa, por cierto-, propició el anquilosamiento operativo y táctico que causó las sorpresas desagradables de octubre.
En el caso israelí la cosa se complica por varios factores. Como bien señalas, teóricamente, todos los soldados de la FDI son conscriptos y el papel del reservista es crucial. Ahora bien, el acceso a los puestos de combate en la Fuerzas Aéreas y Especiales no es forzoso, sino voluntario y muy selectivo.
Esto no quiere decir que pilotos de combate y operativos de FE israelíes sean todos autómatas sanguinarios dispuestos a ser marionetas del poder político. Las cartas del Grupo de Pilotos y un grupo similar de reservistas del Sayeret Matkal negándose a participar en operaciones que consideraban innecesarias e inmorales en los Territorios fueron en su día una sacudida enorme en la sociedad israelí. Curiosamente la mayoría de ellos eran reservistas, y curiosamente también su “castigo” fue la retirada del servicio.
Hay que añadir factores políticos, la sociedad israelí está desarrollando una fractura cada vez más amplia, y generacionales, -el Grupo de los Pilotos estaba formado por oficiales de rango superior, muchos veteranos del Yom Kippur-, pero de momento el gobierno israelí no tiene mayor problema en contar con unidades especializadas, formadas por hombres jóvenes que comparten sus planteamientos políticos o no desean enfrentarse a las consecuencias sociales y jurídicas de tomar una postura moral frente a sus órdenes.
Es mucho más fácil señalarse como un opositor con 60 años, 17 derribos confirmados y siendo general de brigada en la reserva de la Avir que como conscripto de 18 en la tesitura de servir en los Territorios o penar en una prisión militar.
Un incidente aislado, como el Marmara, no tiene porqué significar el inminente colapso de Israel, (la FDI ha tenido cagadas sonadas, o resonadas por sus enemigos, incluso durante los tiempos heroicos), pero insertado en una tendencia, (Líbano 06, Gaza 09…), sí que debería dar qué pensar.
En este caso concreto, y en lo tocante al Estado de Israel, pensar en qué se está haciendo, porqué y dónde debe trazarse la línea entre lo que está justificado, -lo que es moral como decían muchos de los comunicados de los diferentes grupos refusenik -, y lo que no.
¿Difícil?, sí. ¿Imposible?... más o menos lo que destruir en seis días el poder militar de toda la región.
Saludos y gracias por tu interés.
Lo próximo es el Fama a Bailar en la franja:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=HIehtCNgvrQ